El Séptimo Arte en cuatro ruedas (Acto Primero)

El mundo del motor de cuatro ruedas ha dado al cine escenas memorables, la siempre fantástica pantalla grande ha contado con innumerables e inolvidables vehículos que han engrandecido aun más la historia del film o la mitificación del personaje, tanto que tales coches son inherentes a la trama o simplemente un protagonista más.

El cine envuelve con su halo de misterio y mística a legendarias máquinas que quedaran irremediablemente en la memoria colectiva del cinéfilo, y hacen las delicias de amantes del motor.

Tuvieron que frotarse los ojos cuando en 1964 Sean Connery a su ya de por sí atractivo unía un Aston Martin DB5; en Goldfinger el agente 007 combatía a favor de su majestad al malvado de turno; un inglés refinado con una elegancia impecable, evidentemente hablamos del Aston…Sean es escocés.




















Escenas de acción las del agente secreto universal que no desmerecen una de las persecuciones más intensas del cine, la protagonizada por Steve Mcqueen en Bullit (1968), ambos kamikaces no son otros que dos de los coches más deseados aun actualmente, el Dodge Charger y un precioso Ford Mustang GT 390, que conducía Mcqueen. El Mustang sigue produciendo ataques al corazón sincopados por el rugido de su mecánica, “this is sixties years, la culminación del sueño americano.



Tampoco imaginaba John DeLorean que su DMC-12 iba a ser capaz de traspasar no solo altas velocidades, sino la delgada línea espacio–tiempo en Regreso al Futuro (1985), una fantástica película de ciencia ficción que elevó el “extraño” vehiculo a la categoría de mito. Mcfly se convirtió en héroe al reconducir el destino de su familia a golpe de viaje temporal.




















Paseamos a miss Daisy en el Hudson Commodore de 1949, una belleza que rivalizaba con los paisajes por los que está rodado el film, Jessica Tandy bordaba un papel memorable, mientras Morgan Freeman disfrutaba de la conducción de tan clásico coche.















Seguiremos con la segunda parte en breve…