martes, 22 de enero de 2013

Django, la "d" es muda

Hay personas a las que no les gusta ver una película más de una vez. Yo puedo llegar a repetir algunas, decenas de veces. Al menos una vez al año. Regreso al futuro, Pulp Fiction, Kill Bill, Fargo, No es país para viejos... Sobre todo estas las he visto hasta casi aprenderme cada diálogo o escena de memoria.

El otro día en el cine, nada más empezar la nueva de  Tarantino, cuando el actor Christoph Waltz aparece en medio de la noche en una estrafalaria carreta de dentista, supe que esta iba a ser una de esas pelís...

Impresionante el guión que, pese a mostrarnos las más terribles miserias del ser humano, durante el periodo de esclavitud en el sur de los Estados Unidos, sólo unos años antes de la Guerra Civil que terminaría con ella, sales del cine con una enorme sonrisa. Y es que, como ya digo, a pesar de la crudeza de algunas secuencias, todo tiene ese toque irónico y en clave de humor tan característicos de este genio del séptimo arte.

Su sello está en todo el film, desde que aparece el primer fotograma con el logo vintage de Columbia Pictures. Después esos fabulosos créditos, mezcla entre western y peli de kung fu. La impecable banda sonora en la que, una vez más, Quentin nos demuestra su exquisito gusto para la música, ya que no es más que una sucesión de temas superpotentes. Y los personajes, sobre todo los cuatro protagonistas... Samuel L. Jackson quizás esté ante el papel de su vida (nada menos). Y ni que decir que su dirección de arte, desde el cartel hasta la última palabra de los créditos. Impecable. También en esto es el mejor.

En fin, que Quentin Tarantino lo ha vuelto a hacer.


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